Asomarse a las complejidades de la personalidad narcisista puede despertar curiosidad. Trabajar con un cliente narcisista -individualmente o en el contexto de la terapia de pareja- puede, por otra parte, despertar en el terapeuta un profundo sentimiento de inadecuación y frustración.
Mantener una actitud firme pero flexible y comprender los propios desencadenantes personales, así como la composición de la personalidad narcisista, ayuda a los terapeutas a sortear los diversos obstáculos que plantea el tratamiento de clientes narcisistas, proporcionándoles la solidez que necesitan para reconocer (empáticamente) las responsabilidades del narcisista. Esto también refuerza la influencia del terapeuta, promoviendo la curación y el cambio duradero en el cliente. Pero, ¿cómo se puede reunir el coraje necesario, mantener un estado mental de sintonía empática y comprometer eficazmente a los clientes que tienden a ponerse a la defensiva, negar o humillar, devaluar, atacar, distraer o intentar engañar al terapeuta en lugar de cooperar y respetar el plan de tratamiento?
Analizar los aspectos fundamentales relacionados con las experiencias vitales tempranas y las necesidades insatisfechas de un cliente narcisista es esencial para formular una conceptualización sólida del caso e implementar el tratamiento; sin embargo, para muchos terapeutas, este proceso resulta ser una tarea desalentadora, ya que la agresividad, el engreimiento hipócrita, la negación, la victimización neurótica y la arrogancia del narcisista pueden ser verdaderos desencadenantes.
Tratar con un cliente narcisista -ya sea narcisismo manifiesto o encubierto- implica la necesidad de satisfacer sus primeras necesidades que permanecen frustradas, como la necesidad de amor, aceptación y empatía, o la necesidad de tolerar la frustración y las limitaciones. A esto se añade el reto de lidiar con sus actitudes prepotentes, críticas, pasivo-agresivas, distantes y victimistas, así como con sus constantes intentos de obtener aprobación.
A veces, los clientes narcisistas adoptan por defecto un comportamiento hipersexual, como recurrir a la pornografía, mantener relaciones sexuales por Internet, recurrir a la prostitución, tener aventuras extramatrimoniales o desarrollar otras obsesiones de naturaleza erótica. Esto conduce inevitablemente a la ruptura de la intimidad e impide la reconstrucción de la confianza debido al "trauma de la traición" experimentado por la pareja herida y a la actitud de opinión del narcisista. No obstante, cuando la influencia del terapeuta es lo suficientemente fuerte y los miembros de la pareja están dispuestos a participar activamente en el proceso de tratamiento -tanto individual como conjuntamente-, la curación de la relación se hace posible.
La Terapia de Esquemas sitúa en el centro del tratamiento un enfoque que debilita las modas de afrontamiento típicas del narcisista, así como sus modas críticas y exigentes. A medida que se curan los patrones desadaptativos del cliente, nuevas respuestas adaptativas sustituyen a las dañinas. Mediante el uso de estrategias eficaces centradas en la implicación emocional y la relación terapéutica, los terapeutas tienen la oportunidad de corregir las experiencias emocionales tempranas del narcisista y los prejuicios que las caracterizan: dichas experiencias están, de hecho, típicamente asociadas a una demanda constante de rendimiento extraordinario, mensajes confusos que alternan entre la indulgencia excesiva y un sentimiento de inferioridad, apego inseguro, devaluación de las emociones y falta de límites claros.
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